Aokigahara, un extenso bosque que se extiende a los pies del Monte Fuji, en Japón. Conocido popularmente como el Mar de Árboles o el Bosque de los Suicidas, este último sobrenombre no le ha sido otorgado al azar, ya que en la actualidad Aokigahara goza del dudoso privilegio de ser el segundo lugar del mundo donde se cometen más suicidios anualmente, superado tan solo por el puente Golden Gate de San Francisco.
Aokigahara, un bosque alrededor del cual circulan multitud de leyendas de demonios y yūrei -una especie de fantasmas japoneses- de todos aquellos que han muerto asesinados, se han suicidado o simplemente han desaparecido en su interior.
GEOGRAFÍA E HISTORIA
Aokigahara, conocido como el Mar de Árboles, es un bosque japonés que tiene aproximadamente unas 3500 hectáreas de extensión. Ubicado al noroeste de la base del Monte Fuji -el volcán más alto de Japón (3776 m)-, entre la prefectura de Yamanashi y Shizuoka, este bosque está asentado sobre una espesa capa de roca volcánica, pudiendo ser recorrido perfectamente andando entre tres y cuatro horas, siempre que se sigan las rutas marcadas. Sin embargo, debido a su particular geografía, si los visitantes abandonan los senderos marcados y se atreven a adentrar en el interior del bosque, es fácil que se desorienten y pierdan en él. Actualmente, el bosque tiene establecidas unas rutas oficiales para los excursionistas y turistas, muy bien marcadas para evitar que éstos se pierdan, estando los pasos de muchas partes del bosque, vedados o prohibidos mediante carteles de advertencia o cinta policial. Actualmente el turismo ha sido limitado únicamente a zonas vigiladas, y aunque no está prohibido adentrarse al bosque, se colocan numerosas señales de advertencia en otros idiomas para ayudar a personas que piensan en suicidarse a buscar ayuda.
A pesar de ello, por los alrededores del bosque hay una serie de rutas no oficiales que los voluntarios locales, los bomberos y la policía utilizan para adentrarse al bosque en la búsqueda anual de cadáveres o personas desaparecidas. Del mismo modo, en años recientes, los excursionistas que se adentran al bosque marcan su camino de ingreso con cinta adhesiva como medida preventiva de evitar perderse. Sin embargo, las cintas adhesivas colocadas por los excursionistas comúnmente no son retiradas por los mismos, creciendo así gradualmente su aparición y encontrándose hasta 1 km adentro del bosque. Después del primer kilómetro en dirección al Monte Fuji, el bosque se encuentra en un estado más puro, con zonas ausentes de basura y de signos de presencia humana.
GEOGRAFÍA E HISTORIA
Aokigahara, conocido como el Mar de Árboles, es un bosque japonés que tiene aproximadamente unas 3500 hectáreas de extensión. Ubicado al noroeste de la base del Monte Fuji -el volcán más alto de Japón (3776 m)-, entre la prefectura de Yamanashi y Shizuoka, este bosque está asentado sobre una espesa capa de roca volcánica, pudiendo ser recorrido perfectamente andando entre tres y cuatro horas, siempre que se sigan las rutas marcadas. Sin embargo, debido a su particular geografía, si los visitantes abandonan los senderos marcados y se atreven a adentrar en el interior del bosque, es fácil que se desorienten y pierdan en él. Actualmente, el bosque tiene establecidas unas rutas oficiales para los excursionistas y turistas, muy bien marcadas para evitar que éstos se pierdan, estando los pasos de muchas partes del bosque, vedados o prohibidos mediante carteles de advertencia o cinta policial. Actualmente el turismo ha sido limitado únicamente a zonas vigiladas, y aunque no está prohibido adentrarse al bosque, se colocan numerosas señales de advertencia en otros idiomas para ayudar a personas que piensan en suicidarse a buscar ayuda.
A pesar de ello, por los alrededores del bosque hay una serie de rutas no oficiales que los voluntarios locales, los bomberos y la policía utilizan para adentrarse al bosque en la búsqueda anual de cadáveres o personas desaparecidas. Del mismo modo, en años recientes, los excursionistas que se adentran al bosque marcan su camino de ingreso con cinta adhesiva como medida preventiva de evitar perderse. Sin embargo, las cintas adhesivas colocadas por los excursionistas comúnmente no son retiradas por los mismos, creciendo así gradualmente su aparición y encontrándose hasta 1 km adentro del bosque. Después del primer kilómetro en dirección al Monte Fuji, el bosque se encuentra en un estado más puro, con zonas ausentes de basura y de signos de presencia humana.
Históricamente, el bosque de Aokigahara se formó sobre los torrentes de lava surgidos de las constantes erupciones del Monte Fuji ocurridas entre los años 800 y 1083, siendo la erupción de la era Jōgan, ocurrida en el año 864, la que más contribuyó a su formación. Dicha erupción tuvo una duración de 10 días y abarcó parte de la bahía de Edo y la provincia de Kai. La cantidad de lava emergida afectó al antiguo lago de las cercanías llamado Senoumi, dividiéndolo en 3 lagos actuales: Sai (o Sai-ko), Shōji (o Shōji-ko) y Motosu (o Motosu-ko).
MITOS Y LEYENDAS POPULARES ALREDEDOR DE AOKIGAHARA
Aokigahara está considerado como el sitio más encantado de Japón. Este legendario bosque tiene la fama de estar maldito y alrededor de él circulan innumerables leyendas. Ya desde la antigüedad se decía que este bosque era morada de demonios y espíritus maléficos -la creencia popular de la zona contempla que muchos demonios mitológicos japoneses habitan este lugar-, pero a estos espíritus pronto se uniría una legión de yūrei, fantasmas y difuntos procedentes de las almas de los enfermos, niños, y ancianos que un día perdieron aquí su vida; hombres asesinados o suicidas que fueron allí a quitarse la vida, así como los espíritus de algunas de aquellas personas que desaparecieron misteriosamente en este bosque, quedando atrapadas para siempre en Aokigahara. Son sus almas las que, bajo la luz de la luna, se pueden ver vagando perdidas entre los árboles, buscando una salida.
Multitud de apariciones fantasmales, gritos en la noche, extrañas desapariciones, antiguos asesinatos mediante la práctica del ubasute, suicidios, murciélagos que atacan a los hombres hasta matarlos, cuerpos devorados por extrañas bestias, extrañas propiedades del bosque que desorientan a los transeúntes para que se pierdan... Pasemos a comentar algunas de estas leyendas.
LOS SUICIDIOS EN AOKIGAHARA
Como ya se ha comentado en la entrada de este artículo, el bosque de Aokigahara es conocido popularmente como el Bosque de los Suicidas. Este sobrenombre no le ha sido otorgado a la ligera, ya que en Japón este bosque se ha convertido en el lugar más popular para suicidarse, hasta el punto de que es el segundo lugar del mundo donde más gente se quita la vida, siendo sólo superado por el puente Golden Gate de San Francisco (Estados Unidos).
Se dice que su fama como lugar de suicidio se debe a la publicación de la novela “Nami no Tou” de Seicho Matsumoto, publicada en 1960, en la que, al final de la obra, los dos amantes protagonistas se suicidan en el bosque. Posteriormente, además, el año 1993 se publicó “El completo manual del suicidio” de Wataru Tsurumi, una guía para suicidarse donde recomienda este bosque como un lugar idóneo para quitarse la vida. A pesar de ello, el bosque ya tenía fama de estar relacionado con la muerte desde mucho tiempo atrás. Las estadísticas sobre los suicidios en Aokigahara se remontan desde el año 1950 hasta la actualidad, pero mucho antes que eso, el bosque ha estado relacionado especialmente a la práctica de ubasute desde finales del siglo XIX hasta la época feudal (sobre esta práctica ya hablaremos detalladamente más abajo). En la leyenda, el bosque se ha asociado con terribles onis (especie de demonios japoneses) y yūrei (una especie de fantasmas).
Sin embargo, fuera del ámbito de los mitos y las leyendas, lo cierto es que la tasa de suicidios en esta zona es tan preocupante, que el gobierno local se ha dedicado a sembrar el bosque de carteles y avisos, tanto en japonés como en inglés, donde se conmina a los suicidas potenciales a buscar ayuda psicológica. “Tu vida es valiosa y te ha sido otorgada por tus padres. Por favor, piensa en ellos, en tus hermanos e hijos. Por favor, busca ayuda y no atravieses este lugar solo”; éste es el mensaje que se puede leer en algunos de los carteles que se pueden hallar por el bosque.
La gran cantidad de suicidios ocurridos en el interior de Aokigahara ha hecho que se designe a unos trescientos operarios que, desde 1970, hacen batidas y se adentran anualmente en el bosque para localizar los cadáveres que no han sido encontrados por los visitantes y guardias forestales, y la policía patrulla constantemente los alrededores del bosque en busca de posibles suicidas.
Éstos son algunos de los datos estadísticos obtenidos: La causa principal de la muerte de los cuerpos hallados en el bosque es el suicidio. Muchos de los cadáveres hallados tenían alrededor de 30 años de edad en el momento de la defunción. La tasa de suicidios suelen aumentar el mes de marzo, el fin del año fiscal en Japón. La cantidad de suicidas aumentó desde 1988, con una media de alrededor de 100 muertes al año. El año 1998 se hallaron 73 cadáveres en el bosque. En 2002 se encontraron 78 cuerpos. En 2003 la tasa ascendió a 105 personas; el 2004, 108 personas. El 2010, 247 personas intentaron suicidarse en el bosque, 54 de los cuales lograron consumar el acto. En el año 2011, la mayor parte de suicidios fueron mediante ahorcamiento o sobredosis de drogas y medicamentos.
En los últimos años el gobierno local ha dejado de dar a conocer el número de suicidios anuales, para evitar que se asocie Aokigahara con el suicidio y que el número de suicidas continúe. Es un hecho bien sabido que en cualquier parte del mundo, dar información sobre la tasa de suicidios suele hacer que éstos aumenten.
ASESINATOS EN AOKIGAHARA
Entre los numerosos cadáveres que aparecen en el bosque, un buen número de cuerpos no pertenecen a verdaderos suicidas, sino a gente que ha sido asesinada en el bosque o cuyos cuerpos han sido llevados hasta allí con la esperanza de que sus cuerpos no sean encontrados o, en caso de ser hallados, sean confundidos con los cuerpos de suicidas o cadáveres de gente que se ha perdido en ese lugar.
Aunque es cierto que algunos de los cuerpos pertenecen a gente que ha sido asesinada, el mito popular ha aumentado el número de estos asesinatos en gran medida, atribuyéndose muchas muertes a crímenes pasionales o a que algunos asesinos o grupos yakuza utilizan este bosque como un lugar seguro donde deshacerse de la gente a la que asesinan.
Según la tradición, de hecho, el asesinato mediante la práctica del ubasute fue algo habitual en estos bosques hasta finales del siglo XIX. Sobre ello hablaremos a continuación.
EL UBASUTE
La costumbre del ubasute es una práctica común en diversos relatos y poemas pertenecientes al folklore japonés, aunque es más que dudoso que fuese una práctica habitual, o tan siquiera real, históricamente hablando, ya que no hay ninguna constatación histórica de que haya sido así.
La leyenda cuenta que en épocas más antiguas era muy común la brutal práctica del ubasute, siendo llevado a cabo, especialmente, en épocas feudales, cuando las hambrunas y las epidemias desolaban muchas regiones. Algunas personas y familias, ya fuese por iniciativa propia o, a veces, por decreto oficial de algunos señores feudales, llevaban a sus ancianos, niños o enfermos de gravedad al bosque, a la cima de alguna montaña desolada o cualquier otro lugar solitario, para allí abandonarlos a su suerte. El motivo que los empujaba a ello, por lo general, era la falta de alimentos para los niños, la imposibilidad de poder curar a un enfermo yaciente o el hecho de no querer cargar con el peso que suponía tener a un anciano, convirtiendo, en esos casos, a las familias en cómplices de asesinato, puesto que abandonarlos en esos lugares prácticamente era sentenciarlos a muerte.
La leyenda, sin embargo, no se limita únicamente en tiempos feudales, sino que llega a situarse a épocas más contemporáneas, hasta que a finales del siglo XIX o principios del siglo XX, ésta idea ya pasa a la idea del suicidio voluntario por parte de los ancianos que se consideran como una carga para la familia, optando por quitarse la vida.
Así, debido a esta tradición surgida del folklore, surgieron numerosas historias que afirmaban que el bosque de Aokigahara estaba encantado por los fantasmas de los que allí murieron, muchos de ellos a causa del ubasute; los fantasmas de los que fueron abandonados.
LOS ONI DE AOKIGAHARA
El bosque de Aokigahara tiene una asociación histórica con los oni o demonios de la mitología japonesa desde hace más de mil años, existiendo antiguos poemas que indican que el bosque está maldito. Parte de la tradición oral que circula alrededor de este lugar habla del sorprendente poder que tiene el bosque para arrastrar hasta su alcance a las personas más débiles, conduciéndolas hasta la muerte para así poder alimentar los corazones de los oni o demonios que permanecen presos entre las ramas de los árboles de Aokigahara.
LOS YŪREI Y OTROS FANTASMAS DE AOKIGAHARA
Si algún tipo de leyendas e historias abundan en Aokigahara, son las de espíritus y fantasmas perdidos y condenados a vagar por este bosque, a modo de purgatorio, para toda la eternidad. Son los yūrei, fantasmas japoneses que, como sus contrapartidas occidentales, están condenados a vagar tras su muerte por haber arrancados de la vida demasiado temprano debido a una muerte violenta, como el suicidio, el asesinato, o por haber sido abandonados allí mediante la práctica del ubasute, o por la falta de una ceremonia funeraria adecuada.
Usualmente los yūrei aparecen de noche, entre las dos de la madrugada y el amanecer, aullando su sufrimiento a través del viento, para asustar y atormentar a aquellos que les ofendieron en vida, pero sin llegar a causar daño físico. No es raro verlos bajo la luz de la luna. Tradicionalmente, estos fantasmas son femeninos y están vestidos con una mortaja -un kimono funerario, blanco y abrochado al revés- y son representados con cabello largo y negro. Normalmente carecen de piernas y pies (esto, en el teatro tradicional, se simula esto con un kimono más largo de lo normal), y frecuentemente están acompañados por dos fuegos fatuos (llamados hi-no-tama en japonés) de color azul, verde o púrpura. Estas llamas fantasmales son partes separadas del yūrei, forman parte de él, más que tratarse de espíritus independientes. También suelen llevar un trozo triangular de papel o tela en su frente, llamado hitaikakushi. Como muchos monstruos del folklore japonés, los yūrei pueden ser repelidos con ofudas, escrituras sintoístas santificadas que actúan como amuletos de protección.
Por otro lado, también se dice por estos bosques deambula un tipo de fantasma vengativos, los goryō. Estos espíritus que antaño fueron humanos, tradicionalmente maldicen a una persona o un lugar como un acto de venganza por algo que se les hizo en vida.
Algunos espiritistas afirman, incluso, que los árboles mismos están impregnados de una energía malévola acumulada desde hace siglos. Esta energía proviene naturalmente de todos esos desgraciados que murieron en este lugar y que hacen todo lo posible para atraer a las personas para que no salgan de ese lugar maldito, convirtiéndolas, a su vez, en nuevas víctimas.
LOS MURCIÉLAGOS ASESINOS DE AOKIGAHARA
Una vieja leyenda dice que en Aokigahara vive un gran número de murciélagos que atacan a los hombres hasta matarlos. Se dice que éstos quirópteros atacan a los paseantes solitarios e intentan ahogarlos cubriéndoles la cara. De hecho, cerca del lago Saiko, está Koumoriana, popularmente conocida como la cueva de los murciélagos, que se ha asociado a esta leyenda. También hay quién ha querido asociar al ataque de estos murciélagos infernales la aparición de algunos cuerpos que mostraban evidencias de haber sido devorados parcialmente por alimañas.
DESAPARICIONES EN AOKIGAHARA
Es frecuente que gente que se adentra en el bosque de Aokigahara se desoriente debido a su particular geografía. Aunque esta gente suele reaparecer, la leyenda negra de Aokigahara cuenta que mucha gente que se adentra en su interior desaparece, quizás para que sus difuntos cuerpos reaparezcan meses o años después, devorados por el bosque.
La leyenda dice que los que emprenden este viaje, no regresan jamás. Hoy en día, muchos caminantes pierden su camino. Sus esqueletos o sus cuerpos medio devorados por “algo” son reencontrados regularmente en este bosque, profundo y oscuro; unos dicen que sus cuerpos han sido atacados por demonios, fantasmas o murciélagos. La realidad más probable es que estos cuerpos, ya difuntos, hayan sido roídos por alimañas en busca de alimentos. En ocasiones, son los que van en busca de sus cuerpos desaparecidos o para dilucidar el misterio de este lugar los que se pierden también.
También se dice que, en este bosque, las brújulas pierden el norte señalando el sur o cualquier otro rumbo. Se afirma que si en estos casos se siguen las indicaciones de la brújula, se girará en círculos y se volverá al punto de partida, quedando irremediablemente perdidos. Aokigahara es tan denso que la luz del sol penetra allí difícilmente. Numerosos son los que afirman que les es imposible ubicarse con el sol, porque si levantas la cabeza sólo se ve una pequeña parte del cielo.
Fuera de los caminos marcados, el paisaje crea, en su espíritu, una distorsión del sentido de la orientación. Así, las diferentes direcciones posibles parecen todas iguales. Si miras delante tuyo para andar derecho, corres peligro de resbalarte y caerte, ya que el suelo parece sólido mientras que en realidad, a menudo, éste se encuentra a 30 o 40 cm más abajo bajo una alfombra de raíces y hojas, las cuales crean una tela que da la impresión de un terreno perfectamente llano. Este bosque posee numerosas cuevas enormes y profundas. Estas grietas abren ampliamente sus bocas bajo la vegetación y es muy fácil caer en el interior y reencontrarse allí, con horror, frente a esqueletos que los que quedaron atrapados tiempo atrás.
Se cuenta que otros, presos de este infierno verde, anduvieron durante días caminando, cruzándose con esqueletos y cadáveres en descomposición, y al final han muerto de hambre antes de servir de comida para los animales salvajes. Todos estos fenómenos, así como otros sucesos, han creado toda clase de leyendas a propósito de monstruos, duendes y fantasmas que pueblan este bosque.
Un mito popular sobre el Aokigahara es que los yacimientos de hierro magnético que hay en el lugar hacen que las brújulas y los GPS dejen de funcionar, provocando que los viajeros se pierdan.
EL MITO CONTINÚA...
No hay duda de que los mitos y leyendas que giran alrededor del bosque de Aokigahara perdurarán mientras sean alimentadas por la propia realidad que es la gran tasa de suicidios que continúan ocurriendo en ese lugar. La muerte real seguirá alimentando las leyendas de demonios, fantasmas y asesinatos, aumentando a su vez el aura de misterio de este bosque.
.
.
.
.
.
.
.
Fuente: http://janonomar.blogspot.com/
0 comentarios :
Publicar un comentario