Joseph Carey Merrick, nació en 1862 y desde sus 18 meses empezó a sufrir extraños síntomas de una enfermedad desconocida.
En sus primeros años empezó a desarrollar protuberancias y grotescas malformaciones en su piel y huesos. Nunca tuvo una vida normal, por el contrario, sufrió el rechazo social en todas sus formas. Era conocido como “El Hombre Elefante” debido a su aspecto físico. A pesar de que fue objeto de ridículo y rechazado constantemente por la gente, increíblemente esto no entorpeció el carácter de Joseph, que siempre fue dulce, amable e inocente.
Joseph decía que la única persona que le dio verdadero amor y aceptación fue su madre, mujer que falleció cuando él tenía 11 años y que lo dejó totalmente devastado, pues sin esa persona que estuvo a su lado incondicionalmente, su vida se tornaría bastante dura. No lo aceptaban en ningún trabajo, los hospitales no lo atendían, su padre no lo quería, su madrastra y hermanastros lo despreciaban. Joseph huyó de su casa y fue encontrado por su tío, quien le aceptó en su casa por un tiempo. Su deformidad se incrementaba constantemente. Se le hacía cada vez mas difícil hablar, comer, caminar, dormir.
“Mi mano derecha tiene casi el tamaño y la forma de la pata delantera de un elefante. El otro brazo con su mano no son más grandes que los de una niña de diez años de edad. Mis piernas y pies, al igual que mi cuerpo, están cubiertos por una piel gruesa y con aspecto de masilla, muy parecida a la de un elefante y casi del mismo color. De hecho, nadie que no me haya visto creería que una cosa así pueda existir.” - Joseph Merrick
Fotografía tomada para el estudio de la enfermedad en 1888
Un promotor italiano le propuso viajar por Europa para exhibirlo y así ganar dinero. Pero debido a lo perturbador de su aspecto, las exhibiciones eran cerradas a los pocos días de ser abiertas no teniendo casi ganancias ni para sustentarse. El italiano abandonó a Joseph, dejándolo sin dinero, enfermo y sin nadie cercano que lo pueda ayudar. Joseph quiso volver a su natal Inglaterra pero no lo dejaban subir a los barcos ni a los trenes.
Joseph se las arregló para esconderse en un vagón de tren y volvió a Inglaterra, en donde lo atendió el médico Frederick Treves, a quien le interesaba todo lo relacionado con enfermedades deformantes. Treves sabía que la enfermedad era incurable, y que debía buscar algún lugar donde le dieran asilo ya que no podía quedarse en el hospital pues no había nada que hacer por él. Joseph pidió que lo manden a trabajar a un faro ya que ahí no tendría contacto con personas, o sino a un asilo para ciegos. Él ya tenía un verdadero pánico a la gente.
Cuando todo parecía tan malo y cruel en la vida de Joseph, se dio algo inesperado. El hospital decidió pedir ayuda económica a la gente para poder crearle un asilo donde pueda vivir en paz. Las personas respondieron positivamente al pedido de ayuda. Pronto se creó un fondo y se recibieron cuantiosas sumas de dinero, haciendo posible que Joseph tenga un lugar donde pueda ser atendido y pueda recibir visitas.
Joseph decía que la única persona que le dio verdadero amor y aceptación fue su madre, mujer que falleció cuando él tenía 11 años y que lo dejó totalmente devastado, pues sin esa persona que estuvo a su lado incondicionalmente, su vida se tornaría bastante dura. No lo aceptaban en ningún trabajo, los hospitales no lo atendían, su padre no lo quería, su madrastra y hermanastros lo despreciaban. Joseph huyó de su casa y fue encontrado por su tío, quien le aceptó en su casa por un tiempo. Su deformidad se incrementaba constantemente. Se le hacía cada vez mas difícil hablar, comer, caminar, dormir.
“Mi mano derecha tiene casi el tamaño y la forma de la pata delantera de un elefante. El otro brazo con su mano no son más grandes que los de una niña de diez años de edad. Mis piernas y pies, al igual que mi cuerpo, están cubiertos por una piel gruesa y con aspecto de masilla, muy parecida a la de un elefante y casi del mismo color. De hecho, nadie que no me haya visto creería que una cosa así pueda existir.” - Joseph Merrick
Fotografía tomada para el estudio de la enfermedad en 1888
Un promotor italiano le propuso viajar por Europa para exhibirlo y así ganar dinero. Pero debido a lo perturbador de su aspecto, las exhibiciones eran cerradas a los pocos días de ser abiertas no teniendo casi ganancias ni para sustentarse. El italiano abandonó a Joseph, dejándolo sin dinero, enfermo y sin nadie cercano que lo pueda ayudar. Joseph quiso volver a su natal Inglaterra pero no lo dejaban subir a los barcos ni a los trenes.
Joseph se las arregló para esconderse en un vagón de tren y volvió a Inglaterra, en donde lo atendió el médico Frederick Treves, a quien le interesaba todo lo relacionado con enfermedades deformantes. Treves sabía que la enfermedad era incurable, y que debía buscar algún lugar donde le dieran asilo ya que no podía quedarse en el hospital pues no había nada que hacer por él. Joseph pidió que lo manden a trabajar a un faro ya que ahí no tendría contacto con personas, o sino a un asilo para ciegos. Él ya tenía un verdadero pánico a la gente.
Cuando todo parecía tan malo y cruel en la vida de Joseph, se dio algo inesperado. El hospital decidió pedir ayuda económica a la gente para poder crearle un asilo donde pueda vivir en paz. Las personas respondieron positivamente al pedido de ayuda. Pronto se creó un fondo y se recibieron cuantiosas sumas de dinero, haciendo posible que Joseph tenga un lugar donde pueda ser atendido y pueda recibir visitas.
Después de tanto abandono, al fin vivía en paz. Algo que había ansiado durante tantos años. Pudo dedicarse a sus 2 pasiones: La lectura de novelas románticas y la escritura. Su caso empezó a llamar mas la atención. La Princesa de Gales, y el Duque de Cambridge se interesaron personalmente por la suerte del infortunado “Hombre-Elefante” y solían visitarlo.
A sus 27 años, Joseph es hallado sin vida en su cama, al parecer por asfixia debido a complicaciones de su deformidad. Joseph, aparte de ser conocido por su desgraciada enfermedad, también se le atribuye una inteligencia por encima del promedio, un carácter suave y humano. También se sabe de su gran conocimiento en literatura.
“Una cosa que siempre me entristeció de Merrick era el hecho de que no podía sonreír. Fuera cual fuese su alegría, su rostro permanecía impasible. Podía llorar, pero no podía sonreír.” - Frederick Treves
A sus 27 años, Joseph es hallado sin vida en su cama, al parecer por asfixia debido a complicaciones de su deformidad. Joseph, aparte de ser conocido por su desgraciada enfermedad, también se le atribuye una inteligencia por encima del promedio, un carácter suave y humano. También se sabe de su gran conocimiento en literatura.
“Una cosa que siempre me entristeció de Merrick era el hecho de que no podía sonreír. Fuera cual fuese su alegría, su rostro permanecía impasible. Podía llorar, pero no podía sonreír.” - Frederick Treves
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Fuente: http://historiaextravagante.com
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